Hace años España pasó de ser el eterno aspirante a todo en el fútbol a ser el rey. Y cuando eres el número 1 todo el mundo quiere copiarte, o comerse un trocito de tu pastel. Un club Inglés, lleno de ambición e historia y vacío de resultados quiso dar un cambio de rumbo fichando a un entrenador Español. Bueno, al entrenador, y menos mal que a todo su equipo. Porque es un equipo, o un ejército, lo que iba a necesitar para conseguir resultados con la cultura local.
El equipo del spanish-coach dejó atrás la cálida España por la húmeda y sombría Inglaterra. Un integrante del equipo era nutricionista. Ganas tendría de que sus pupilos comieran gazpacho y paella en vez de hamburguesas, pizzas y demás comida insípida aderezada con curry y otras 1.000 salsas.
Es momento de hacer un paréntesis en esta historia gastro-futbolística para contar un chascarrillo personal. Acabado un día de trabajo en Inglaterra, el jefe que jugaba en casa nos invitó a comer. Y transcribo literal lo que nos soltó, “os invito a comer en un restaurante de comida local”. ¿Ustedes pedirían en Inglaterra un plato que se llama «Sapo en el agujero»? Imaginaros las caras tanto de mis compañeros continentales como la mía propia. Como si Shakespeare hubiera usado nuestro cutis liso a modo de para escribir uno de sus libros. El sheriff, descojonándose, nos tranquilizó comentado que íbamos a cenar en un indio. Ese chiste casi nos cuesta a más de uno una arritmia, o algo más. Con la comida no se juega.
Volviendo a la historia gastro-futbolística, este nutricionista, sabedor de donde se metía, primero investigó qué comida les gustaba a sus jugadores, y después modificó sus recetas “locales” para darles un toque saludable sin abandonar el sabor de siempre. Por algo Inglaterra es el país de tradiciones :-). Sabía que si a los jugadores no les gustaba lo que se metían a la boca, primero se irían a cualquier take-away y después de atiborrarse abrazarían la spanish-siesta, para acabar saltándose el entrenamiento de la tarde.
Esta historia me sirve para introducir esas recetas que, aun teniendo un toque saludable y saciante, me aportan los sabores que hacen de la mesa un placer. Placer sin el que me resultaría imposible sentarme a comer. Te invito a que te pongas el delantal y le des una oportunidad a las recetas que aparecen a continuación. O si gustas de innovar entre fogones, que re-interpretes tus propios platos más “pesados” con ayuda YouTube y su trillón de videos. Que siempre será mejor probar con estómago ajeno que con el propio.
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