Ayer tuve el honor de participar en la reunión 25 Aniversario de mi generación del cole. Pasé allí 13 de mis primeros 18 años de vida. Muchas horas de lunes a viernes sentado en sus pupitres. Recreos, tardes y sábados jugando a baloncesto en sus patios.
En fin, mucha vida que deja huella, aunque mi cabeza fuera, y seguro que algo queda, dura como los muros que lo rodean. Una huella tenía ganas de recordar con cariño y buen rollo gracias a la alineación de compañeros que iba a asistir.
Como tenía grandes expectativas en la jornada, tracé un plan para disfrutarla:
- Objetivo -> disfrutar del día
- Estrategia -> pasar a un segundo plano, dejar que el día y mis compis me guiaran por mis recuerdos
- Consigna 1-> dejar que los demás te recuerden sus buenos momentos. Cuanto más tiempo pase hablando menos recordaré.
- Consigna 2 -> preguntar en vez de afirmar. A nadie le gusta escuchar lecciones, aunque sea en el marco de un colegio.
Aunque saqué a pasear la lengua más de lo que tenía predefinido en el plan, el modo escucha-pregunta funcionó bastante bien. Saboreé las historias que me contaban como una copa de buen vino, una tras otra:
- La historia de una rana que saltó el charco para auto-inventarse la profesión de cazatalentos digital
- Un jefe de proyectos que dirige las obras de catedrales como el mejor base de la ACB, siempre rodeado de un buen equipo.
- En esta jungla laboral que nos ha tocado sufrir siempre hay cabida para un gran corazón y el espíritu cooperativo. Cooperativo de cooperar codo con codo, y no solo para poner el cazo al repartir beneficios.
- Da igual las paradas que haga el tren de tu vida, ya sea Barcelona o Tel Aviv, un gran cerebro siempre estará al servicio de un gran maquinista.
- Si tu propia voz interior no siempre te motiva, tienes que poner en tu vida una voz que te de ganas de mover montañas cuando la escuches.
Cuando me acabé la botella de recuerdos hasta la última gota llegó el momento de marchar. Por segunda vez me marché del cole, sin fecha de regreso. Salí hace 25 años con ganas de cambiar el mundo, y ahora salgo con la intención de mejorar MI mundo. La primera vez tenía un cuaderno lleno de páginas en blanco. Ahora soy un libro lleno de tachones y algún acierto, pero todavía con hojas que escribir. Estas experiencias me bajaron la moral muchas veces, pero ahora me van a servir para escribir las próximas páginas a MI manera. Siempre avanzando.