Con 22 años, una carrera a las espaldas (no de las de atletismo) y un mundo por delante se me presentó un verano sin plan ninguno, y con algo de dinero en el bolsillo del anterior contrato no renovado. Esta alineación planetaria facilitó el subirse al carro de un amigo que iba a hacer el Camino de Santiago en bici. No hicieron falta ni tiempo para pensar ni preguntas. Ya estaba en el carro.
Esta fue mi planificación, de libro, aunque igual me confundí de temática y era de terror:
- Mi hermano me prestó la bici, de acero hasta en los pedales, hostias lo que pesaba. Eso lo supe con las primeras cuestas de Roncesballes, para qué probar antes.
- Me compré unas alforjas, un saco y un pantalón de ciclista, para las posaderas.
- A modo de preparación subía todas las tardes la cuesta hacia el bar de tapitas que frecuentaba la cuadrilla. Gran aclimatación, arriba me esperaba una jarra de cerveza con dos o tres tapas, en mi caso para que no se escapara el frío de la birra.
La noche antes de empezar el caminito no dormí. Mis tres compañeros parecían escaladores del Tour de Francia, se habían puesto las pilas. Madrugamos y nos pusimos en ruta 1 hora más tarde de lo esperado, los últimos ajustes. Los primeros kilómetros fueron desesperantes:
- Uno de los compis tenía que frenar empotrado contra piedras o contenedores. No fue fácil, pero el mecánico descubrió el problema. Los cables de freno estaban gastados y no había tensión en el cable, por más que apretaba el frenador.
- Yo no podía con cuestas de más de 10 metros. Ponía pie a tierra y tiraba de la burra como podía. ¡Cómo pesaba! Acabé con las espinillas magulladas al chocar con los pedales, que no eran de plástico, si no de acero con puntas.
- Teníamos tantas ganas de recuperar el “tiempo perdido” que en los descensos íbamos con el gas a fondo, y claro, unas veces nos confundíamos de camino y otras simplemente nos pasábamos en una curva.
Resultado, por 4 veces un peregrino que iba andando nos dijo aquello de “Buen camino” mientras nos pasaba. Al final nos lo tomamos a risa, no quedaba otra. Pero el camino no sólo puso luz a nuestras faltas de preparación. Los lados del camino estaban llenos de “cositas” del mundo urbanita, como espuma y maquinillas de afeitar eléctricas, secadores, etc. Me encanta que los planes salgan bien.
Ese día el hierro de la práctica me grabó en el lomo una lección a fuego: si no sabes, en vez de llevar un poco de todo en la mochila, pregunta a alguien que haya pasado por allí antes. Te habría dicho que lo más importante es haberte puesto en forma, y levar una mochila cuya principal cualidad sea la ligereza. 600 km a pie se hacen cargados de ilusión, no de “comodidades”. Si quieres afeitarte un día te compras un kit de viaje en un Super, pero no cargas con él todo el camino.
¿Cómo hacer un buen plan?
En los dos siguientes Caminos en bici que acabé, además de seguir acompañado por el mejor equipo, me preparé con bici estática en casa, compré una bici que montaña que no pesaba mucho, y planificamos la ruta para parar en los mejores albergues y pueblos. Porque, aunque luego haya mil imprevistos y que hagan cambiar el plan ……. Me encanta que los planes salgan bien, aunque sea a la segunda.
Y por último y más importante, me gustaría hacer mención al mejor planificador del mundo mundial, mi padre. Antes de ponerse a correr con un loco cogía celulosa y grafito en barra (en su época Bili Puertas no se dedicaba vender todavía ventanas con MS Project preinstalado) y planificaba meticulosamente todos los pasos de sus proyectos. Muchos fines de semana le encontraba mirando al infinito para pasar a apuntar notas en el periódico que leía. De pequeño le tocaba recoger patatas a golpe de riñón, muchas patatas, y de mayor planificó y construyó una máquina recogedora de patatas todoterreno.
P.D. se me olvidaba comentaros que el primer día nos pasó un tipo que tenía planeado hacer el camino corriendo, una maratón cada día. Tenía un cuerpo de Atleta 10, corría como si flotara sobre el suelo, y llevaba a un amigo en una auto-caravana. Eso sique era planificación. El primer día en camino montañoso se nos escapó, y hasta el segundo que era en llano no se pescamos.
P.D. bis: Todos los caminos llevan a Roma, pero mejor planificar un poco para no hacer el doble de kilómetros.